Pasión por la lectura
Rosa Montero cuenta en La loca de la casa que Nuria Amat, cada vez que se topa con otro escritor, lo somete a una sintética pero reveladora encuesta: ¿qué haría si tuviera que optar por el resto de su vida entre leer y escribir? Con esa espada de Damocles puesta sobre su cabeza —o su corazón—, ¿qué elegiría usted? ¿A cuál de las dos actividades no podría renunciar? A pesar de su constante y rica práctica como escritora, tanto en el periodismo como en la literatura, Montero no duda en responder que prefiere mil veces seguir leyendo. ¿Qué habría contestado Borges, por ejemplo, si alguien lo hubiera puesto en semejante dilema? ¿Quién duda de que habría sido idéntica la respuesta? ¿Cómo no imaginarlo, ya ciego, con una lectora o un lector a su lado, incansable y atemporal, leyéndole durante horas, mientras Borges, con las manos apoyadas sobre el bastón, mueve suavemente la cabeza, parece sonreír, o suelta en un tono de voz muy bajo uno de sus brillantes comentarios?