Angélica Gorodischer: La noche del inocente
La acción transcurre en un convento. Lenta pero eficazmente, tras la ilusoria monotonía de la actividad diaria y en un moroso compás de espera que parece no conducir a ninguna parte, el tiempo avanza, emerge del calendario marcado por el santoral: «Ya no es domingo día de Sant Severian, ya es lunes día de Sant Erneldo». Sin embargo, aunque se mencionan muchos santos, se rezan de manera constante oraciones y se trata de un paraje espiritual, el hermano Rennert sueña con el poder y la gloria, el Superior ansía el arribo de una sugestiva dama, Miel está poseído por la gula y el copista Cósimo desaparece sospechosamente cuando ya puede prescindirse de él. La noche del inocente —subtitulada «Conseja moralizante para uso de pecadores»— hurga en los malos pensamientos, rescata lo más bajo y lo más oscuro, lo escondido, aquello que no es bueno ni decoroso exhibir: las tripas, la concupiscencia, las intrigas, las ambiciones personales, las amenazas, los engaños. En este micromundo del medi