Angélica Gorodischer: La noche del inocente

 


La acción transcurre en un convento. Lenta pero eficazmente, tras la ilusoria monotonía de la actividad diaria y en un moroso compás de espera que parece no conducir a ninguna parte, el tiempo avanza, emerge del calendario marcado por el santoral: «Ya no es domingo día de Sant Severian, ya es lunes día de Sant Erneldo». Sin embargo, aunque se mencionan muchos santos, se rezan de manera constante oraciones y se trata de un paraje espiritual, el hermano Rennert sueña con el poder y la gloria, el Superior ansía el arribo de una sugestiva dama, Miel está poseído por la gula y el copista Cósimo desaparece sospechosamente cuando ya puede prescindirse de él.

La noche del inocente —subtitulada «Conseja moralizante para uso de pecadores»— hurga en los malos pensamientos, rescata lo más bajo y lo más oscuro, lo escondido, aquello que no es bueno ni decoroso exhibir: las tripas, la concupiscencia, las intrigas, las ambiciones personales, las amenazas, los engaños. En este micromundo del medioevo, una suerte de metonimia de la sociedad patriarcal, el poder se derrama verticalmente; pero el peso argumental, el punto de vista de la voz narrativa descansa en la base de la pirámide, en el personaje más ignorante, más humilde, más débil y más candoroso: Pisou, que barre con obsesión una y otra vez los pisos, obedece órdenes, engrasa las bisagras de cada una de las puertas para acallar sonidos y permitir ingresos reservados y fugas discretas. Solo espera ser ordenado fraile a cambio de la misión tenenal de limpiar la suciedad del convento.

El protagonista, cuyo cuerpo se prolonga en la escoba, el cubo y la bayeta servicial y servil, será el elegido de la Virgen para atravesar la puerta de Sant Gaur. Ya la crítica ha señalado la importancia de las puertas en la narrativa de Angélica Gorodischer, y la autora explica el significado que les asigna: «Sigo pensando que las puertas son magia y rescate y que nadie sabe en realidad adónde llevan y que para saberlo hay que abrirlas» (Boca de Dama: la narrativa de Angélica Gorodischer, Feminaria Editora). Puertas que gimen, se desprenden, se borran como «la puerta de Sant Gaur» —así iba a llamarse la novela— y reaparecen de manera fantástica.

Y en medio de este mundanal ruido, invadido por ratones reflexivos y gárgolas acechantes, los varones esconden bajo los géneros sus cuerpos, sin intentar ensordecer sus palpitaciones. Mientras tanto, Pisou desnuda con perturbación, frota y limpia la imagen de la Virgen, quien descenderá hasta colocarse a su altura. El mármol se inflama, la carne resucita y el inocente traspasa con su luz la famosa puerta. Ya no viste «el pobre hábito marrón» sino «un ropón de terciopelo grana». Debajo de la quietud, ocurre un cambio: la Señora Virgen y la Señora Muerte han impuesto sus leyes liberadoras, han revertido, con simpleza, un orden. Los religiosos duermen. Algunos luchan con sus pesadillas. Pisou se acerca al Paraíso, conducido por la sabiduría y la fortaleza de tan particular mujer.


Novela.
Angélica Gorodischer: La noche del inocente.
Buenos Aires, Emecé, 1996, 186 páginas.


Reseña publicada con el título «Parábola de un hombre solo y bueno», en El Cronista, Buenos Aires, viernes 29 de noviembre de 1996.

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