La otra Alfonsina
«Soy una incomprendida». Esta frase, repetida por Alfonsina Storni poco antes de su muerte, resume cuanto ha escrito y acaso también cuanto se ha escrito sobre ella. Neurasténica, masculina, fea, suicida precoz... Su trágico final contribuyó a modelar un mito alimentado de simplificaciones y estereotipos.
Ana Silvia Galán y Graciela Gliemmo han indagado en la vida y la obra de Alfonsina en notas, reseñas, entrevistas, fotografías, comentarios aparecidos en diarios y revistas de la época, además de los diversos testimonios de quienes la conocieron y el discurso crítico suscitado por sus escritos. El resultado es esta biografía exhaustiva y novedosa que brinda las claves políticas, sociales y culturales de la época, e invita a un acercamiento fascinante a la otra Alfonsina.
Toda su poderosa y personal obra poética, sus novelas y relatos, su producción teatral y sus textos periodísticos —citados a lo largo de estas páginas— muestran a una mujer apasionada y de deslumbrante inteligencia, interesada en los temas más variados, profundamente comprometida con el incipiente movimiento feminista y dispuesta a enfrentar a la sociedad y al canon literario de su tiempo.
La voz lúcida y conmovedora de Alfonsina —su defensa de los ideales que conducen a vivir en un mundo más justo y libre, su moderna y contradictoria sensibilidad— resuena con singular actualidad y fuerza renovada en este libro.
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PRÓLOGO
Sabíamos antes de comenzar esta biografía que la figura de Alfonsina ya había suscitado muchas páginas de quienes llegaron a conocerla e incluso a ser sus amigos, como así también de los biógrafos que escribieron después de su muerte. El interés y el entusiasmo despertados por su obra y por su personalidad residen, sin duda, en el tono singular de su vida y en la inserción de su poesía dentro de un contexto de resistencia que la obligó a ser y sentirse diferente. Con cierta rapidez y facilidad su nombre quedó adherido a algunos estereotipos ya existentes en la sociedad —hija de inmigrantes pobres, madre soltera, maestra provinciana— y a medida que creció su popularidad, fueron apareciendo otros, por esa tendencia espontánea a rotular lo que no se asimila rápidamente o se separa de la norma.
La circunstancia de su muerte terminó de modelar el mito de Alfonsina., la cadena de clichés que la identifican, esa articulación de piezas en la que las partes buscan coincidir con el propósito de explicar el todo con tanta claridad, que conduce a la certeza de hallarse ante un destino que se comprende enteramente. Una versión que asegura su nacimiento en alta mar, en el buque en el que navegaban sus padres, ha permitido interpretar a veces su existencia y su poesía completas, para trazar luego sin dificultades ni reparos el arco que une el principio con el fin. Esa tendencia a fraguar una interpretación uniforme, sin matices, borra un componente insoslayable de la realidad —el azar—, y desconoce las contradicciones inherentes al ser humano.
La lectura crítica de su obra —la de sus contemporáneos y en parte también la posterior— contribuyó a cristalizar la imagen que ha trascendido. Por esta razón no comenzamos nuestro trabajo de indagación y lectura a partir de ideas previas; al contrario, nos propusimos tender una mirada amplia, desmitificadora, que considerara en todo momentolas claves de la época. El punto de partida fue el cuantioso material conformado por notas, reseñas, entrevistas, comentarios aparecidos en diarios y revistas de esos años, además de las diversos testimonios de quienes la conocieron, las biografías, sus propias obras y el discurso crítico que ha generado.
La imagen de Alfonsina poeta es tan radiante que ha ocultado el resto de sus producciones. Son recientes los intentos de rescatar su obra periodística y teatral, como lo demuestran algunas compilaciones y ensayos de especialistas argentinos y extranjeros. En este sentido, le dedicamos nuestra atención a su creación en verso, pero procuramos cederle un espacio particular también a la narradora, la argumentadora y la autora teatral, no solo porque es una parte importante de la producción que ilumina su ideología, sino, además, porque entendemos que la tarea de escritura es única y quienes transitan por ella buscan las formas adecuadas que les permitan expresarse con mayor soltura y eficacia. Alfonsina quiso hacerse oír de todas las maneras posibles y fue nuestro trabajo escucharla explorando sus múltiples facetas.
De algún modo, la frase que repitió ya próxima al final, «soy una incomprendida», adquiere mayor resonancia cuando se analizan las zonas menos frecuentadas de su producción. Llamativamente, su pensamiento y sus críticas se resignifican hoy en medio de las tensiones políticas y sociales por las que atraviesa no solo nuestro país, sino el mundo entero. Defensora a ultranza de los ideales que conducen a vivir en una sociedad más justa, digna y libre, lejos de pactar con la resignación ante una realidad que parece inmodificable, su palabra potencia su sentido en un nuevo contexto histórico. Tanto, que se convierte en nuestra contemporánea. Los textos en los que analiza los males de su tiempo confirman la sospecha de que ciertas características de nuestra historia perduran, a pesar de las décadas y los acontecimientos transcurridos, y que sus observaciones y críticas sobre aspectos del comportamiento argentino, que ella se encargó de desnudar y tratar de entender sin caer en esencialismos, hablan de nuestra idiosincrasia.
Alfonsina estaba convencida de que las mujeres no debían privarse de participar, intervenir, dejar oír su voz en la vida social primero, para luego acceder a la política y votar, un derecho que a su juicio exigía antes la salida al mundo extradoméstico, que desconocían. Llevar adelante esta ardua empresa por medio del periodismo y de la literatura la mostró siempre a contracorriente, luchando contra molinos y gigantes, lo que la hizo sentirse desencantada, decepcionada frente a lo que no podía cambiar. De ahí surgieron otros rótulos: enferma del mal vivo, neurasténica, masculina y fea, suicida precoz.
Alfonsina fue una gran luchadora. Hizo cuanto pudo por derribar las vallas rígidas que la sociedad levantaba en defensa de las costumbres y de una moral con la que no acordaba, superó los cánones literarios y dejó páginas cuyo valor aún no ha sido apreciado. No es exagerado afirmar que se constituye en la primera escritora popular y en una de las pocas mujeres del siglo XX a la que la sociedad argentina debió abrirle paso primero con desconfiada sorpresa y luego con merecido respeto.
Ana Silvia Galán y Graciela Gliemmo
Ana Silvia Galán y Graciela Gliemmo: La otra Alfonsina, Buenos Aires, Aguilar, 2002.
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NOTAS Y RESEÑAS
Ana Silvia Galán y Graciela Gliemmo, «El mar, un buen refugio», en El Litoral, Santa fe, 11 de junio de 2002: https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2002/07/11/personaysociedad/PER-01.html
María Moreno, «La siempreviva», en Página/ 12, Buenos Aires, 21 de junio de 2002: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-230-2002-06-21.html
Tania Diz, «Ana Silvia Galán-Graciela Gliemmo. La otra Alfonsina», en Nueve perros, Año 2, núm. 2/3, Rosario, diciembre 2002/enero 2003, pp. 51-53: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2022/04/Nueve-perros-2-3.pdf
Diana Paris, «La otra Alfonsina», en Cuadernos Hispanoamericanos, Núm. 634, Madrid, abril de 2003, pp. 129-130: https://www.cervantesvirtual.com/obra/cuadernos-hispanoamericanos--70/