Marcos Aguinis: El combate perpetuo

 




Cuando la literatura se cruza con la historia, se producen deleites y beneficios múltiples: la narración construye versiones y da origen a preguntas que el discurso histórico a veces no se atreve a formular. 

El combate perpetuo es la biografia novelada que Marcos Aguinis escribió sobre el almirante Guillermo Brown. Como lectores no asistimos a la consagración cristalizada de un héroe construido con el bronce de las medallas o los materiales inmovilizadores de las estatuas, sino que encontramos la integridad de este marino irlandés, tan importante para el éxito de la gesta emancipadora de nuestra nación. 

Aguinis nos devuelve un Brown construido en la intersección entre la biografia y la novela de aventuras: aquí tenemos acción épica para admirar, escenas familiares que nos conmueven, actos de generosidad y desprendimiento que nos conducen a creer otra vez que es posible soñar con ciudadanos que den su vida por una gran causa. Fiel a lo que el título promete, de la primera a la última página asistimos a una batalla que supera lo bélico y se adentra en el infierno interior, en el psiquismo del personaje.

Como los grandes libros de acción, vemos la batalla, escuchamos los cañonazos, olemos la pólvora, nos salpica el mar, nos eriza la piel la derrota. Somos partícipes del acontecimiento.

 

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PARA ENTRAR EN TEMA  

 

El autor  

Marcos Aguinis nació en Córdoba el 13 de enero de 1935. Sus padres formaron parte de los muchos inmigrantes que llegaron a nuestro país durante las primeras décadas del siglo XX. Aunque practicó por tradición familiar los rituales del judaísmo, se declara agnóstico, ya que, según él mismo ha comentado, no ha podido comprobar pero tampoco refutar la existencia de Dios. 

Movido por su curiosidad hacia el ser humano, impulsado por constantes incógnitas, ingresó a la carrera de medicina, completó sus estudios y se especializó como neurocirujano. Continuó su formación profesional en Francia y Alemania, y años después se abocó al psicoanálisis. Aunque esta doble actividad ha dejado sin lugar a dudas sus visibles huellas, es en el ámbito de la literatura donde parece haber encontrado un espacio para seguir interrogando los grandes temas y dar cuenta de sus preocupaciones: la arbitrariedad, la discriminación, los valores del sujeto, la idiosincrasia nacional, el destino de la humanidad, la violencia y la renuncia personal en beneficio de causas sociales.

Publicó su primer libro siendo muy joven y, desde entonces, novelas, cuentos, ensayos y biografías se han sucedido casi sin interrupción. Escritor ya reconocido, con un público lector al que ha capturado, ha recibido distinciones tan importantes como el Premio Planeta, obtenido en 1970 por su ficción La cruz invertida. Entre sus obras más leídas se encuentran La gesta del marrano, La matriz del infierno, La conspiración de los idiotas, El atroz encanto de ser argentinos y su ensayo Las redes del odio, en el que explora los aguijones y sentimientos de la venganza y la maldad, presentes en acontecimientos históricos crueles como la guerra y el genocidio. 

Aguinis está atento a los avatares de nuestra historia nacional, inquietud que se ha puesto de manifiesto en varios de sus libros y en muchos de los artículos publicados en diarios y revistas nacionales. En el breve texto «Carta abierta a los argentinos del nuevo siglo», ha expresado el valor que le asigna al altruismo y el espíritu crítico que lo mueve a cuestionar, a la par, las conductas destructivas individuales y sociales. Pero siempre rescata lo positivo y brinda como cierre un mensaje que no es apocalíptico sino esperanzador:

En síntesis, el balance no me autoriza a dar consejos, pero sí a solicitar que se termine de abolir lo malo que arrastramos o produjimos, y se perfeccione y multiplique lo bueno que surgió y queda. El siglo XXI deberá ser mejor que el XX. No depende de la «buena suerte», depende de los hombres y mujeres dotados de coraje.

Ha señalado en reiteradas ocasiones los grandes logros de los últimos cien años, sus conquistas, así como sus omisiones y errores. Inmerso en los acontecimientos del presente, ha recuperado porciones del pasado histórico para poder leer en clave esos eternos males que parecen no tener fin, no corregirse, repetirse sin remedio. Esta idea estructura la galería de personajes y actitudes que recorre Los iluminados.

Su creencia en que la humanidad debe aprender de sus desatinos es una línea que recorre su obra y todas sus participaciones públicas. Su compromiso lo ha llevado, incluso, a integrar protagónicamente los vaivenes de la escena política: con el regreso de la democracia, en 1983, fue subsecretario de Cultura de la Nación durante el gobierno de Raúl Alfonsín. 

Ese mismo año, tras la derrota de Malvinas, publicó su Carta esperanzada a un general y en 1996 Nueva carta esperanzada a un general. Lo mueve el interés por promover una autocrítica en la cúpula militar y una posible articulación entre civiles y uniformados. El ideal de integración parece ser uno de sus desvelos intensos, inquietud presente ya en su biografía El combate perpetuo, texto leído especialmente por los jóvenes. 

 

El retorno de lo heroico  

El combate perpetuo, la biografía que Aguinis escribe sobre el almirante Guillermo Brown, está más cerca de la admiración que del cuestionamiento. Si bien como lectores no asistimos a la consagración cristalizada de un héroe construido con el bronce de las medallas o los materiales inmovilizadores de las estatuas, la integridad de este marino irlandés, tan importante para el éxito de la gesta emancipadora de nuestra nación, queda en pie. Después de seguir al personaje histórico en sus enfrentamientos públicos e íntimos es difícil no verlo como un modelo. 

Aguinis se aleja así de buena parte de la narrativa latinoamericana que tiene como propósito no solo humanizar y devolver a los próceres nacionales su costado mortal sino, sobre todo, mostrarlos fuera de los éxitos y más bien en medio de la derrota, el fracaso, la desintegración física y psicológica. Los escritores se han ocupado de mostrarnos el perfil antiheroico de estos grandes de la historia, intentando contrarrestrar el discurso histórico. 

Por citar solo algunos ejemplos, de la mano de Gabriel García Márquez atendemos a la ruina de Simón Bolívar en El general en su laberinto; por obra de Andrés Rivera podemos contemplar el desencanto y el avance del cáncer de Juan José Castelli en La revolución es un sueño eterno; por sucesivos narradores y narradoras, nos enteramos de los amores y debilidades de Manuel Belgrano, Juan Manuel de Rosas, Justo José de Urquiza o José de San Martín, hasta el punto de desplazar de nuestra memoria las imágenes escolares que nos habían mostrado la entrega absoluta de estos hombres a la causa americana y argentina. 

Aguinis, por el contrario, no elabora esta vida fascinante como un contrapunto de la historia, sino como su ampliación. Nos devuelve un Brown construido en la intersección entre la biografía y la novela de aventuras. Tenemos así acción épica para admirar, escenas familiares que nos conmueven, actos de generosidad y desprendimiento que nos conducen a creer otra vez que es posible soñar con ciudadanos que den su vida por una gran causa. 

Aunque más humano que el marino que nos muestran los libros tradicionales de historia, este Brown es, indiscutiblemente, un héroe nacional y un héroe literario. Es un personaje tratado con rigor histórico, creado con destreza narrativa y presentado con el asombro y el entusiasmo con que los niños siguen los lances de La isla del tesoro, El corsario negro o Moby Dick

Fiel a lo que el título y la biografía prometen, de la primera a la última página asistimos a una batalla que supera lo bélico y se adentra en el infierno interior, en el psiquismo del personaje. El texto sostiene el interés, jugando a traer al presente los enfrentamientos de entonces junto con un repertorio riquísimo de sucesos y protagonistas históricos. Como los grandes libros de acción, vemos la batalla, escuchamos los cañonazos, olemos la pólvora, nos salpica el mar, nos eriza la piel la derrota; somos partícipes del acontecimiento. 

 

Los dones de la literatura 

Cuando la literatura se cruza con la historia, se producen deleites y beneficios múltiples: la narración construye versiones y da origen a preguntas que el discurso histórico a veces no se atreve a formular. Esta biografía es literatura por su ritmo pero también por la calidad de su escritura, por las imágenes que aporta, por el colorido de escenas y personajes. Sin embargo, el texto no se aparta de la verdad: el autor ha indagado en fuentes variadas y ha realizado la investigación previa que se le exige a todo texto que pretenda ser no solo verosímil sino además auténtico. 

Como asegura Marcos Aguinis en una entrevista, dentro de esas inquietudes permanentes que recorren su quehacer literario se encuentra la de crear textos que lo satisfagan desde el punto de vista artístico, estético. Cuando apuesta a revisar el pasado, a rescatar aquello que lo involucra como participante del tiempo en que vivimos, asume la responsabilidad múltiple de dar opinión, formar opinión y hacerlo bien. Dice en una entrevista:

Todo escritor está habitado por una serie de obsesiones, que son pocas, y se manifiestan de formas muy distintas. Entre las obsesiones que evidentemente yo tengo, está la injusticia, la hipocresía, el maltrato del débil. Esto se reitera en toda mi producción literaria. Son distintos los escenarios, los personajes, las historias, pero a través de todos ellos emerge nuevamente esta obsesión. Son las que tenemos millones de personas. Algunos las expresan a través del ensayo o de una vida pública. Otros a través de la literatura, como en mi caso. Otra obsesión que también tengo, desde el primer texto que he publicado, es el anhelo por escribir bien, que significa cultivar un estilo en el cual haya economía de palabras, mucha claridad en la expresión y que llegue a la hondura emotiva de quien me lee.

Aguinis reivindica a Brown, le restituye la dignidad y la altura moral que parecen no haberle reconocido muchas veces sus contemporáneos. Como él lo ha señalado en reiteradas oportunidades, en relación con cuestiones diversas, se trata de hacer justicia, de restaurar valores adormecidos, de recuperar una vida maltratada, vapuleada por la discriminación y el chauvinismo. Como en el resto de sus libros, la fuerza narrativa está puesta en sacudir la memoria para penetrar una vez más en el pasado, para comprender mejor nuestro presente y proyectarnos hacia un futuro más equitativo, que nos permita llamarnos «humanos», sin caer en simulacros, y rescatar, por fin, la esperanza. 

 

Marcos Aguinis: El combate perpetuo. Edición especial para el trabajo en el aula con guía de actividades de prelectura, análisis y lectura comprensiva, taller de escritura e introducción a cargo de Graciela Gliemmo. Buenos Aires, Planeta, 2004.

 

 

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