Jean Favier: François Villon
François Villon nace en 1431, año en el que Juana de Arco muere en la hoguera, se consagra en París a Enrique VI —rey de Inglaterra y Francia— y tiene lugar una cruenta epidemia de viruela. Hijo de un provinciano llegado a la capital, poeta marginado de las cortes, encarcelado en varias oportunidades por robo, condenado a muerte y desterrado de su ciudad en 1463, fue un testigo descarnado de su tiempo. En sus versos, lejos del lirismo cortés al que ironiza y parodia, se acerca más a las composiciones populares en las que la taberna, el vino, los mendigos, inválidos, clérigos, comerciantes, estudiantes y mujeres son motivo de descripción y compañeros de viaje.
Jean favier, historiador que ha consagrado parte de su obra al estudio de la guerra de los Cien Años, sale y entra de los textos del más importante poeta francés de la Edad Media para rearmar el rompecabezas de la sociedad y las costumbres parisinas del siglo XV. Cada capítulo —precedido por un verso de Villon— focaliza un aspecto significativo de la vida en la ciudad. Son motivo de reflexión los colegios, los conventos, las creencias populares y las anécdotas que marcaron el deambular del poeta y la organización de una París que representó para la pequeña burguesía de la provincia la posibilidad de hacer fortuna.
En una época en la que escribir es imitar, y para la cual el plagio es irrelevante como concepto creativo, tampoco Villon es un autor original. Basa su filosofía de la vida y el paso del tiempo en el Roman de la Rose y se muestra pesimista, burlón al gritar en cada verso su decisión de no privarse de nada, haciendo de este principio una predicación constante.
De su obra completa, Jean Favier toma especialmente los Legados y el Testamento, parodias a los escritos en los que se distribuía los bienes antes de morir, como reaseguro del tránsito a la otra vida y de la salvación. A través de ambos textos —reparto despiadado de su pobreza, saldo de cuentas y venganza de sus contemporáneos—, el historiador desentraña una escritura clave, difícil de disfrutar para el lector de hoy por la distancia y la falta de información. En la preocupación por anudar los hilos del siglo XV, actualizando la historia, a veces la obra del poeta francés más que el objetivo parece ser la excusa para leer un texto mayor y complejo: la vida en París en las huellas de los poemas de quien escribió: «Lo conozco todo, salvo a mí mismo».
Reseña publicada con el título «Una visita guiada», en Cultura y Nación de Clarín, Buenos Aires, jueves 16 de agosto de 1990.