Juan García Ponce y Pierre Klossowski
Jérôme, el protagonista de La vocación suspendida de Pierre Klossowski, niega la posibilidad de que el lector pueda salir impune ante la fascinación que ciertos textos y autores ejercen sobre él. Reflexión pertinente a la hora de enfocar cualquier tipo de enlace entre el universo de Juan García Ponce y el de Pierre Klossowski, dos autores contemporáneos, dos pensadores que están fuera del circuito de la literatura exitosa o de consumo. Escritores casi exclusivos para escritores, ambos desarrollan una producción que desemboca de manera pareja en libros de imaginación y libros de reflexión. Cabría preguntarse, como curiosidad, a partir de qué gestos iniciales se desata en García Ponce una práctica que va de la lectura a la escritura, a través de la cual la pasión y una total empatía funden dos producciones textuales tan particulares, tan definidas, recortadas en un imaginario narrativo y en una poética en estrecha vinculación con el erotismo, la pornografía y la teología.
Del asombro, del hechizo, de la lectura en su lengua original, el francés, se pasa a la posibilidad de una escritura en nuestro idioma de buena parte de la producción narrativa y ensayística de Pierre Klossowski. La primera chispa de contacto da lugar a una forma de apropiación ya conocida y reiteradamente teorizada como lo es la traducción. Hasta la década del setenta, solo habían sido traducidos al castellano unos pocos textos de Klossowski: Sade mi prójimo, precedido por El filósofo perverso, y Nietzsche y el círculo vicioso. En 1975 la editorial Era incluye en su sección de narrativa La revocación del Edicto de Nantes (Paris, Editions de Minuit, 1963), su primera ficción traducida al español, a cargo de Michèlle Alban y de Juan García Ponce. De modo simultáneo, Era publica la versión que García Ponce hace de La vocación suspendida (Paris, Gallimard, 1950) y su ensayo Teología y pornografía. Pierre Klossowski en su obra: una descripción, ilustrado con seis dibujos de Pierre Klossowski y una fotografía en la que aparece junto a Denise, su mujer, a cargo de Pablo Volta.
En este ensayo, Juan García Ponce no solo da intensas señales de su admiración por la producción de Klossowski sino que, además, exhibe un modo muy personal, obsesivo, de desplazarse por sus textos y, como síntesis, la coincidencia de experiencias similares de escritura: ambos son ensayistas, narradores y, muy especialmente, traductores. Retomando muchas de las ideas de Klossowski, García Ponce reflexiona, entre otras cosas, sobre el ejercicio de la traducción y revela su preferencia, su fidelidad hacia el idioma del que se traduce, en una reversión que ambos le imprimen a la idea ya tradicional de que se comete traición, al traducir, con el texto original:
He conservado los títulos de todos sus libros en su idioma original. Uno nunca sabe lo que los traductores harán con la traducción —si los libros se traducen algún día—. Las citas que aparecen en mi libro son versiones mías. He sido escrupulosamente infiel a nuestro idioma cuando pensaba que algún énfasis lo requería. Por ejemplo: traduzco «repétitions» por «repeticiones» en vez de ensayos. Era indispensable, como espero que se verá. Ya Pierre Klossowski en su maravillosa versión de La Eneida nos ha enseñado que la fidelidad del traductor debe estar con el idioma del que se traduce y no con el idioma al que se traduce. La traición a nuestro idioma lo enriquece.
A partir de la relación semántica que se establece entre creación e interpretación, autor y traductor, se abre uno de los principales núcleos narrativos que se juegan en la construcción del personaje femenino de Roberte, centro de las novelas de Klossowski: una zona ambigua entre fidelidad e infidelidad, voluntad y sometimiento, libertad y dependencia. Traicionar para ser fiel se instala como una paradoja y parece ser la llave que abrirá la circulación de un signo único: la obra artística.
Este «falso estudio», tal como García Ponce lo define, por debajo de la preocupación intelectual esconde una absoluta complicidad con el pensamiento del autor francés y enmascara la seducción de una lectura bajo la forma canónica del ensayo, del pensamiento reflexivo:
He omitido todas las notas y referencias eruditas. Mi lectura de los textos de Klossowski busca considerarlos dueños de la absoluta unidad que poseen. Y mi propósito en este ensayo no era el de cumplir una tarea de estudioso, sino comunicar una pasión.
Palabras y dibujos son interpretados, desenvueltos como imágenes paralelas, de algún modo independientes en tanto no se repiten ni se reflejan mutuamente. Ya ese doble circuito, esa doble preocupación por la literatura y por la pintura se habían hecho presentes en los breves y sustanciosos artículos que García Ponce publicara con regularidad en la Revista de la Universidad de México, a partir de los años sesenta. Hay un ejercicio de lectura y de escritura crítica, una concepción amplia del objeto artístico que le permite mirar en su conjunto toda la obra de Pierre Klossowski: el enfoque es integrador y lo conduce a considerar como un mismo espacio productivo y semántico la representación plástica de Roberte, protagonista de la trilogía y, alternadamente, la escritura en torno a Roberte.
Entre la reflexión y la imaginación
Las ideas que García Ponce sostiene acerca del objeto artístico no se agotan en el interés por la obra de Klossowski ni tampoco en la selección y focalización deliberada de algunas de sus obras, en especial las tres novelas mencionadas. En Teología y pornografía, deja deslizar su concepción del arte, reflexiona sobre el lugar que ocupa dentro de la cultura. Juan García Ponce afirma:
Ya sabemos que el arte solo puede hacerse a sí mismo manteniendo su interdependencia tanto de la existencia como de la trascendencia. Carente de lugar, el individuo es incapaz de encontrarse un tiempo histórico, incapaz de entrar a la trascendencia que el tiempo histórico ha borrado, tiene que «crearse una razón»: esa razón es el arte.
Klossowski y García Ponce revierten la fórmula realista del reflejo y afirman que es la vida la que imita al arte. A través del mismo, el individuo encuentra un lugar en el mundo, logra conectarse con la realidad y con la trascendencia.
García Ponce avanza en su análisis dejándose llevar por el probable desconcierto y la diversidad de niveles que, mediante la trasposición del lenguaje y de un método narrativo oblicuo, le permiten a Klossowski hacer ingresar a sus personajes, a través de la lectura interpretativa de uno de ellos. En La vocación suspendida, que se ubica en el filo entre la ficción y el texto crítico, el protagonista crece en su condición de lector, sin dejar de sostener un doble y simultáneo vínculo con un texto perdido, recuperado en la narración de la novela, y con la Iglesia, que pasa a ser sustituida por el cuerpo.
En 1976, Era publica Roberte esta noche (Paris, Editions de Minuit, 1953), traducida también por Michèle Alban y Juan García Ponce. A partir de esta novela, en el decir de García Ponce, el lenguaje se pervierte y da lugar al cuerpo de Roberte como posible espacio de escritura. En esta ficción, Klossowski retoma una de las ideas de Nietzsche más repetidas y controvertidas; y afirma que, ante la ausencia de dioses, el arte crea e impone los suyos. Así, la teología da lugar a la pornografía, en la que el cuerpo mismo deviene en dios. Para atraparlo, se realiza la posesión física. Por el acto de penetración, el cuerpo da lugar al puro espíritu. Dice al respecto García Ponce:
Teología y pornografía han sido los instrumentos de Pierre Klossowski para elaborar un método narrativo, una forma de representación posible desde la desaparición o el ocultamiento de la fuente de sentido: la perversa transgresión del sexo, convertido en historia de la prostitución de los cuerpos, en pornografía; la perversa transgresión de la teología, del lenguaje del conocimiento divino, convertido en discurso que no busca más que la aparición del discurso en sí, en voz de un «falso profeta» que, sin embargo, trae auténticas «buenas nuevas». Por uno y otro lado, se trata de una desviación o una anulación del fin natural —una simulación—, mediante la que se obtiene la creación de un espacio: el lenguaje se apoya y se refleja en el cuerpo; el cuerpo se refleja y se apoya en el lenguaje.
En esa misma época, siendo director Juan García Ponce de la colección «Poemas y ensayos» de la Universidad Nacional Autónoma de México, Raúl Falcó traduce el texto de Klossowski Origines cultuelles et mythiques d'un certain comportement des dames romaines (Montpellier, 1968, Editorial Fata Morgana). Dos puntos se visualizan como centrales en esta obra: el intento de descubrir en qué se distingue el erotismo romano del contemporáneo y la idea de que el erotismo «no es sino una forma de representación». Klossowski rastrea la presencia del erotismo en los mitos y en la vida religiosa.
En 1965 la traducción de García Ponce de El Baphomet (Paris, Mercure de France, 1965) se publica en Valencia bajo el sello editorial de Pre-Textos. Esta novela —Klossowski se la dedica a Michel Foucault— reitera una vez más la disolución del enfrentamiento entre realidad y ficción, biografía y novela, modelo y reflejo. En la «Advertencia», García Ponce introduce al lector en las claves de lectura de esta obra:
Sí es conveniente quizás para los lectores de El Baphomet recordar que Klossowski recurre libremente en esta novela a sus obras anteriores y debemos tener siempre en cuenta que Roberte, la protagonista de la trilogía novelesca que Klossowski ha unificado con Las Leyes de la Hospitalidad, es una presencia constante en esta nueva obra, unas veces disimulada bajo el aspecto de otros personajes como Valentine de Saint-Vit o la propia Santa Teresa y otras mencionada abiertamente como si el lector ya supiera de quién se trata cuando se habla de Roberte y bastara con mencionarla. Del mismo modo en esta novela debemos tener en cuenta que el Hermano Damiens es, sin duda, el propio Klossowski bajo un nuevo nombre, de igual manera que ha utilizado los de Octave, Theodore Lacase o K. En Roberte esta noche, La revocación del Edicto de Nantes y El apuntador o el teatro de la sociedad, donde para crear a los personajes se utilizan aspectos de la que puede considerarse la biografía real o imaginaria de Klossowski.
En 1981, Editorial Anagrama publica La errancia sin fin: Musil, Borges, Klossowski, libro que le valió a García Ponce el IX Premio Anagrama de Ensayo. Extendiendo la fascinación a El hombre sin cualidades y La realización del amor de Robert Musil, las novelas de Klossowski y algunos cuentos de Borges, el escritor mexicano pone en relación —como era su objetivo— textos y autores disímiles que, sin embargo, muestran la imposibilidad de aprehender la verdad y lo absoluto. Para Juan García Ponce, estas obras afirman que «lo imposible es».
La carne y el mal
En las novelas de Pierre Klossowski, el camino indirecto para la creación de la historia narrada y la ficcionalización de una escritura velada son rasgos distintivos. En La vocación suspendida, se finge una historia que un lector reconstruye sobre una novela publicada hacia 1940 y anónima que ha caído en sus manos. La puesta en suspenso, el acto de retardar actos y objetos se anuda en Jérôme, quien sigue los pasos de una afición que no puede realizarse en el seno de la Iglesia, pensada como organización social. También la escritura muestra su tendencia a aplazar desplazando, ya que deja en suspenso el relato —que se presenta como «verdadero»— en un borde entre lo que la novela es y lo que se dice de ella, gracias al juego entre memoria y olvido, cruzadas ambas por la interpretación que toda lectura acredita. Así se suspenden roles, reglas y conceptos tradicionales de la forma narrativa para contaminarla con el ensayo.
El matrimonio de Octave y Roberte, a falta de la institución reguladora eclesiástica, será el espacio sustituto que dé cabida a Jérôme. La castidad cede ante el erotismo permitido y reglado, y toda la trilogía subraya que las ausencias, los vacíos se compensan mediante la participación del otro. Jérôme, narrador y lector único, muestra cómo la construcción ficcional nace ante la fuerza depositada en un texto que deviene otro. La novela, entonces, no es nada más ni nada menos que la reconstrucción de una lectura.
En un movimiento semejante, la novela Roberte esta noche envuelve, devora una obra de teatro homónima, mencionada también en un constante sistema de referencias en La revocación del Edicto de Nantes. Octave vive inmerso en una felicidad conyugal y pretende extender este estado de gozo haciendo cumplir una nueva disposición de leyes. Organiza la transgresión dentro de la institución matrimonial y permite así la caída de algunos interdictos sociales: cede a su esposa a sus invitados y se convierte en el tercero, en el voyeur de la escena. El instante de goce tiene lugar cuando se sorprende o se es sorprendido en los brazos de Roberte. La prostitución, asociada al sexo y al gasto, se instala en el matrimonio, institución que tiene como finalidad controlar las energías sexuales y asegurar la reproducción de la especie. En esta novela, el narrador busca atrapar, a través de una serie de conjeturas, la esencia de la protagonista hasta inclinarse, finalmente, por la traición:
Si la esencia de la anfitriona residiera en la infidelidad, por más que el anfitrión juegue, habrá perdido de antemano. Pero el anfitrión quiere conocer el riesgo de perder y considera que perdiendo más bien que ganando de antemano, apresará a cualquier precio la esencia de la anfitriona en la infidelidad de la señora de estos lares. Porque lo que él quiere, es poseerla infiel, en cuanto anfitriona que está cumpliendo fielmente sus deberes. Desea pues actualizar mediante el invitado algo que está en potencia en la señora de estos lares: una anfitriona actual en relación con ese invitado, inactual señora de estos lares en relación con el anfitrión.
Klossowski inaugura así una paradoja: la infidelidad surge de la fidelidad al deseo del esposo. El personaje de Roberte se constituye en el centro de todas las relaciones y en el núcleo más importante de argumentación que el autor desarrolla sobre los alcances culturales del erotismo: la Iglesia señala como pecado el acto carnal; el matrimonio es el perdón que le concede institucionalmente pero, de todos modos, la carne siempre implicará el mal. Al rechazar la existencia de Dios, el ser humano queda sujeto a los actos de su voluntad. Es él mismo quien debe inventar una verdad porque nadie ha de revelársela. El objeto de la teología ahora es el cuerpo. La teología, para Klossowski y García Ponce, deviene en pornografía: Roberte, esta diosa contemporánea, se ha prostituido en manos de su creador.
La vida, en este despliegue ficcional y poético, reproduce al arte mediante incesantes juegos de simulación: Roberte es compartida, expuesta como un cuadro; es de los otros y se ofrece a quienes quieran poseerla. Como las «monedas vivientes» de Sade, su cuerpo circulará para servir con obediencia a todo aquel que quiera acceder a ella.
Atrapado en la telaraña de la lectura
En Teología y pornografía, Juan García Ponce explicita la alianza que ha ido tejiendo con la obra de Klossowski, relación que integra en su escritura las formas disímiles del ensayo, la narrativa y el teatro. La afirmación «Pero en el arte, como en la vida, solo la fascinación mantiene despierto el interés. Transgrediendo todos los límites impuestos por la cultura, obedeciendo sólo a las exigencias de su propio clima y su tono, la obra de Pierre Klossowski vive en el terreno de la fascinación», y la apropiación y reiteración de la frase «No se lee impunemente» de Klossowski arrojan luz sobre la graduada presencia que la escritura del novelista francés irá presentando en la producción del mexicano.
Desde Figura de paja (México, Joaquín Mortiz, 1964) el erotismo en la narrativa de García Ponce le hizo un guiño a la novela sentimental e intimista, cuyo acontecer se refugia en el ritmo lento que determinan los espacios privados y las problemáticas afectivas individuales. En La casa en la playa (Joaquín Mortiz, 1966), La cabaña (Joaquín Mortiz, 1969), La vida perdurable (Joaquín Mortiz, 1970), entre otras, la historia crece alrededor de situaciones cotidianas, de contratiempos amorosos que el narrador observa con absoluta complicidad. Con la publicación de Crónica de la intervención (Barcelona, Bruguera,1982), la filiación con Klossowski y Bataille estalla fuera de la forma ensayística y establece un enlace absoluto con el género de la novela erótica. En esta extensa novela, publicada en dos tomos, García Ponce reúne los núcleos que venía desarrollando en sus ensayos, concentra sus obsesiones y exhibe cómo su escritura se reafirma sobre otras escrituras, a partir de la lectura de una selección también obsesiva de textos. En progresivo trabajo con el erotismo, desvinculándolo cada vez más del sentimiento amoroso, centra el relato en la búsqueda de una identidad, de un más allá que trascienda al propio cuerpo.
La multiplicidad de referencias a la obra de Pierre Klossowski descansa fundamentalmente en la creación de personajes y escenas narrativas. Los desdoblamientos constantes de Roberte se concentran en la creación de Mariana y María Inés, personajes idénticos, que refieren, como Roberte, al objeto artístico. Los personajes femeninos en Klossowski y en García Ponce, de manera homóloga, se crean, se exhiben, se contemplan, se gozan porque no se poseen con exclusividad, sino que se comparten. El juego de donaciones de Crónica de la intervención y De Anima (México, Montesinos, 1984) recuerda las leyes de la hospitalidad de Klossowski. En esta última, el diario de Paloma y el diario de Gilberto se enredan dando lugar a la novela. Los personajes masculinos —en juego con las ficciones de Klossowski— le revelan a Paloma su auténtica identidad. La plenitud total se la brinda Gilberto al escribir sobre ella, al divulgarla y al ponerla en el mundo para que se dé a los otros de la misma manera en que un artista crea y brinda al mundo su obra. En De Anima, Paloma reproduce y profundiza la posible «esencia» de Roberte:
Las mujeres no creemos en ninguna norma, carecemos de normalidad y por eso los hombres pueden imponernos esas reglas que son una pura creación masculina. Si Gilberto me impulsa a transgredirlas, al obedecerlo creo otras reglas y hasta puedo suponer, para mayor tranquilidad mía, que no hago lo que hago más que porque él así lo desea y lo sorprendente es que, aunque sea mentira y en el último momento siempre soy la dueña de mí misma aun a través de ese supuesto olvido de sí que provoca el placer, esa mentira es verdad. El deseo de Gilberto, el que no dejo de sentir y de usar, ha logrado que me sepa suya a través de ese deseo, incluso cuando para aumentarlo él parece querer destinarme a otros y yo uso en mi favor esa licencia. No sé lo que él ve, pero me reconozco en su mirada y colmada de mí misma a través de esa mirada encuentro en ella mi propia necesidad de entregármele.
Pierre Klossowski y Pierre Zucca llevaron el personaje de Roberte y las leyes de la hospitalidad al cine. En Roberte interdite Denise Morin Sinclaire, la esposa de Klossowski, se muestra como el modelo real de la protagonista y representa una vez más el papel de Roberte. Pierre Klossowski representa al esposo, a Octave. En De Anima Gilberto dibuja a Paloma, escribe sobre ella y realiza una película que Paloma misma protagonizará. Juan García Ponce condensa en esta ficción la propuesta global del escritor francés, cuya obra él ha traducido y difundido en nuestra lengua. Ambos autores sitúan sus novelas en la intersección que se dibuja entre discurso novelesco y discurso reflexivo: la literatura muestra que no es reflejo de la realidad sino que construye su propio espacio convirtiéndose en su propio reflejo, a partir de un juego de espejos paralelos que la multiplica, que la reproduce hasta el infinito.
La actividad creativa de Juan García Ponce y Pierre Klossowski se ha ido estrechando a través de los años. Las ficciones de ambos, que parecían en un principio correr por sendas paralelas, han comulgado finalmente. La fascinación de la lectura hizo deslizar una escritura sobre otra, mostrando cómo un texto remite a otro texto y de qué manera la traducción no se agotó en sí misma, sino que fue gestando el trayecto hacia el estallido del erotismo en la ficción de García Ponce.
Es evidente que, detrás de estos juegos de representación, descansa una poética de escritura: la práctica de la traducción, la posibilidad de imaginar e inventar, la capacidad de reflexión parten de la posesión de un texto ajeno. García Ponce ratifica que la literatura se produce, y reproduce, sobre otros cuerpos textuales.
Ensayo corregido para este blog; publicado con el título «Cruce de caminos. Juan García Ponce y Pierre Klossowski», en ArteletrA, Año I, Núm. 2, México, otoño de 2001.
Imagen de apertura de esta entrada: Portrait de Roberte (1989), de Pierre Klossowski. Litografía.