Martín Caparrós: La noche anterior
A partir de los últimos años, en la narrativa latinoamericana se han reforzado en especial dos propuestas disímiles con respecto al género. Se trata por un lado de novelas que siguen más de cerca la construcción de una fábula y la ficcionalización de una historia, y otras que parecen tomar como nudo el cuestionamiento sobre la materia narrada, los límites y alcances del lenguaje, la teorización sobre la «realidad» literaria. Más pegadas a las rupturas que inscribieron las diversas vanguardias del 20 y regodeándose en la creación de una prosa autorreferencial, de corte narcisista, estos textos se preocupan más por descubrir su propia identidad que por hilar un mundo simulado para el lector.
La noche anterior, de Martín Caparrós —aunque cruzada por la invención del viaje, la muerte, la despedida, el desencuentro—, apuesta a una tensión entre estas dos formas siguiendo en su estructura una tradición (prólogo, capítulos, epílogo) y mostrando a la vez la descomposición de una línea argumental y la trama novelística como reescritura de textos subrayados como reconocibles dentro del sistema cultural. Exacerbado en la novela este gesto de apropiación, de articulación desde la ficción de un corpus simbólico —literario, político, sagrado— pone en evidencia la cuota de ilusión del género, la mentira de lo construido, la falta de certeza de la ensoñación, el abismo entre lo real y lo discursivo o su reducción.
La arritmia surge de la alternancia de fragmentos, trozos intercambiables, tal como los ostraka de ciertas piezas de cerámica, y de microrrelatos que se van combinando a través de mecanismos de corte y avance que mueven en espiral la escritura. En las notas tomadas por Carlos se verbaliza, se vuelve redundante, se oficia la traducción de lo que en la novela es acto: el relato de la espera y del momento anterior a que algo suceda, la tautología, la condena a la repetición de las palabras, el rodeo de una pregunta que no obtendrá respuesta, la imposibilidad y negación de conocimiento, el signo como huella de una ausencia, la caída del sentido, el despojo del enigma, la suposición y una retórica que revela a la lectura y la interpretación como centros productres de la escritura.
Si el viaje, el destierro, la profecía, el amor y la muerte han sido detonantes de infinitos textos, sucesivas versiones de una misma y única historia de la condición humana, La noche anterior se postula como los restos de un naufragio, las ruinas y el gesto frustrado que sostiene la exclusión de un orden consabido o de una verdad instituida y reconocible. Parricida, aunque descansa en el hombro de citas que la ficción autoriza, levantando un muro de interrogantes, este texto híbrido —mezcla de novela, ensayo, poema y acto dramático— afirma como otros tantos textos contemporáneos el género al que pertenece, al mismo tiempo que lo corroe y lo asfixia.
Reseña publicada con el título «Profetas y narradores», en Cultura y Nación de Clarín, Buenos Aires, jueves 7 de marzo de 1991.