Pensar la locura. Ensayos sobre Michel Foucault
En 1991, a treinta años de la primera edición de Historia de la locura, se realizó en Francia una suerte de balance y homenaje sobre esta tesis de Michel Foucault, texto fundamental en el estudio de las humanidades y disparador de innumerables discusiones, reflexiones y discursos. Pensar la locura reúne ocho participaciones que tuvieron lugar durante el IX Coloquio de la Sociedad Internacional de Historia de la Psiquiatría y el Psicoanálisis y el resumen de un debate que, por su magnitud, debió haberse recogido en su integridad.
La introducción de Élisabeth Roudinesco, la apertura de Georges Canguilhem, el ensayo, en colaboración, de Jacques Postel y François Bing, y el de Agostino Pirella sitúan Historia de la locura dentro del contexto de las prácticas e historias de la psiquiatría, incluyendo las referencias sobre algunas de las polémicas más importantes. Estos artículos, los menos arriesgados en sus planteos, abundan en informaciones históricas sobre la relación entre la locura y los diversos modos de abordarla culturalmente y los sucesivos registros discursivos surgidos al respecto, entre los que se insertan los ricos y controvertidos aportes de Michel Foucault. Como historiadores, muchos lo acusan de mezclar las técnicas de la investigación histórica con el discurso filosófico y poético, y basan su autoridad sobre el terreno corrigiendo fechas y datos. Por su parte, abriendo otros sentidos, René Major relaciona Historia de la locura con Historia de la sexualidad.
«Para Foucault, estas dos experiencias corresponden a dos momentos separados por la cesura que constituye la locura como enfermedad mental, erige la frontera de lo patológico y firma el acta de un diálogo roto entre la locura y la razón, diálogo que pasaba por una ausencia de normatividad de la sintaxis: “Estos dos momentos son distintos y distantes, como la poesía y el silencio”, y “el lenguaje de la piquiatría, que es monólogo de la razón sobre la locura, sólo pudo establecerse sobre tal silencio”. Lo que se da como objetivo confeso de Historia de la locura, es la arqueología de ese silencio», escribe Major.
Se distinguen en el conjunto los tres ensayos restantes. «¿Hay que criticar a Foucault?», de Claude Quétel, ratifica el regodeo que suscita la disputa con un grande como Foucault, hecho que lo convierte en una pieza discursiva en la que se despliegan los artificios retóricos de la polémica como género. El ensayo de Arlette Farge enfoca «La vida de los hombres infames» (1977), un texto menos conocido de Foucault. La historiadora muestra su propia pasión por el trabajo con los archivos —como queda expresada de modo más profundo en su sugestivo libro La atracción del archivo (1989)— y dirige su mirada hacia el modo en que Foucault se relaciona con el material que diariamente manipula.
Como cierre, el bellísimo ensayo de Jacques Derrida promete no retomar el debate que iniciara en 1963 con una conferencia dictada sobre Historia de la locura, aunque vuelve más de una vez sobre este punto. Con juegos de sentido, despliegue de paradojas y un profundo respeto por el pensamiento y la persona de Michel Foucault, Derrida enfoca el momento en que emerge esta obra y abre una serie de interrogantes que solo podrían tener como respuesta la autorreflexión o autocrítica del propio Foucault. La ausencia física se hace evidente y se recolocan todas las discusiones producidas hasta ese momento: los interrogantes reflotan porque nadie puede ya responder por Foucault. El coloquio pone así en escena un estado de la cuestión y la clausura que levanta el silencio irreparable del brillante filósofo francés.
Reseña publicada con el título «Reflexiones sobre la locura, entre lo histórico y lo subjetivo», en El Cronista, Buenos Aires, viernes 7 de febrero de 1997.